España comienza a dejar atrás una crisis con aumento
del consumo, del empleo y de la inversión. En principio, si los políticos y sus
políticas nos lo permiten, habremos dejado atrás una crisis económica larga y aguda.
Éste es el momento idóneo para favorecer la
competitividad de las empresas y la expansión tanto en el mercado interno como en los mercados del
exterior, a fin de impulsar el crecimiento.
Y la innovación en el producto como en su
presentación juega un rol clave en nuestra competitividad.
Competir sólo en costes no es la
opción más viable frente a los grandes productores y los países emergentes, más aún si queremos seguir creciendo en
ventas y rentabilidad. Si queremos competir en esta economía global, debemos hacerlo con empresas fuertes e
innovadoras capaces de crear productos con valor añadido y diferenciados.
La importancia de la innovaciónn (producto/servicio y presentación) como motor de los
mercados de alimentación y gran consumo es incuestionable. Según últimos estudios, los mercados
crecen cuatro veces más cuando hay una mayor innovación
en el producto que cuando hay poca o ninguna. Éste es el círculo de la innovación: aumento de la innovación è aumento del consumo è aumento del empleo è aumento de la rentabilidad. Frente a ello, la ausencia de innovación provoca la venta a granel con escasos márgenes y mercados, ya que estos están dominados por
grandes compañías o los países emergentes (china, etc.).
Pero ¿qué ocurre en España? Según estos mismos estudios, ha habido
un descenso del 38 % de nuevos productos en los últimos cinco años. Además, los datos del Instituto
Nacional de Estadística demuestran que el
porcentaje de empresas innovadoras en nuestro país ha descendido
significativamente en los últimos años. Si esta tendencia no se corrige, los mercados
no crecerán, nuestro país dejará de ser competitivo y se
empobrecerá.
El sector de alimentación, que representa el 10 % del PIB
español, es de los más afectados por esta escasa innovación y se juega mucho
ante la situación actual. La falta de innovación
está afectando a la competitividad de
las empresas, lo que se traduce en una reducción de ventas y la desaparición de varias
marcas en los últimos años, con un descenso en la
variedad de nuevos productos, con consecuencias muy dañinas: destrucción de puestos
de trabajo y pérdida de competitividad en los
mercados nacionales e internacionales.
En estos últimos años se ha impuesto la
política que prima la gestión encaminada a la
reducción de costes. Los cambios a los que se enfrentan las empresas tienen mucho que ver
con un entorno marcado por la rapidez, la digitalización, los cambios en los modelos
de negocio o la transformación total del cliente.
El incremento de la productividad, la
mejora de la eficiencia, la innovación y diferenciación de nuestros productos,
marcas y servicios son cuestiones clave a la hora de abordar la transformación de las empresas de cara al futuro.
Por consiguiente, los cuatro valores que
se persiguen con esta evolución hacia el crecimiento y la rentabilidad son:
1.
Diferenciación.
2.
Creación de valor.
3.
Flexibilidad.
4.
Y agilidad en el servicio al cliente.
Debemos de apostar por estos valores ya
que nuestro futuro dependerá de ello.
Igualmente, podemos/debemos aprender de lo
que se está haciendo en otros mercados del exterior:
·
Qué productos/servicios se están vendiendo en los principales mercados
internacionales.
·
Con qué formatos y presentaciones (packaging).
·
Con qué precios y rentabilidades.
·
Etc.
Como ejemplo, FACCO CONSULTING
pone a disposición de las empresas nuestro servicio de estudios de algunos mercados
que están ayudando a nuestros clientes a conocer que otros productos/servicios
se están comercializando con éxito, por ejemplo, en mercados como el de
Londres, uno de los principales mercados a nivel mundial por su nivel de
desarrollo y número de competidores, siendo un escaparate para muchos otros
mercados a nivel mundial.
Como siempre, estamos a su entera
disposición. Un cordial saludo.